Este blog es un derivado de mi primer blog, Mis manualidades, donde pongo fotos de mis manualidades (qué original), recetas y relatos sobre mi vida. Quizás, tal como las personas que comienzan con las operaciones plásticas y luego que empiezan a hacerle arreglitos a la naturaleza, no pueden parar de hacerse mejoras y terminan como caricaturas a sí mismas, me haya vuelto adicta a los blogs y ahora no pueda dejar de abrir uno tras otro ya que en realidad es el cuarto que abro.
Este blog será dedicado solamente a relatar sobre mi vida que es como la de todos, o casi. Mucho de lo que escriba aquí ya lo publique en mi otro blog y ahora lo trasladé.

Tengo el pelo gris pero puse una foto donde estoy con el pelo verde, lo hice así por dos cosas, una porque creo que así quedo cuando tengo que enfrentarme a los aparatejos modernos (léase: todo lo que se ha inventado luego de la rueda), me sacan canas verdes; y otra porque me gusta como queda y si pudiera me lo teñiría así.
Abajo del todo hay una ventanita donde pueden dejarme saludos, también pueden dejarme comentarios o saludos debajo de cada post (cliqueando donde dice Comentarios).

En el costado, más abajo de mi foto, está el archivo ordenado por temas, cliqueando ahí pueden ver los posts que publiqué antes, o pueden cliquear abajo del todo (antes de la ventanita de los mensajes) donde dice Entradas antiguas.


domingo, 31 de enero de 2010

Alarma en mi dormitorio!

Alarma en mi dormitorio! Desde ya aviso que no escribiré mucho ni hará visitas por la red hoy, por lo menos no hasta que no deje de sonar la alarma en mi cuarto! No suena fuerte pero molesta, es como un piiiiiiiiip continuo y que me costó ubicar de donde venía.

El día empezó tranquilo, me desperté poco antes de la siete, me levanté, preparé mi alfombra y almohadón de yoga, hice los ejercicios que hago en la mañana, acostumbran llevarme media hora, hoy estaba tan concentrada que me llevaron 45 minutos.

Luego desayuné en calma. Acomodé la cama mientras prendía la compu. La compu se trancó, a veces le pasa y hay que desenchufarla y volver a prenderla, así hice pero esta vez al volver a prenderla, a los pocos segundos comenzó esa alarma.

Por supuesto me alarmé! que después de todo para algo son las alarmas. Inmediatamente apagué la compu, seguía la alarma, apagué el monitor, seguía la alarma. Desenchufé la compu, seguía la alarma, desenchufé la cedetera, seguía la alarma. Yo estaba cada vez más alarmada.

Alarmada y extrañada, cómo podían seguir sonando los aparatos cuando no solamente los había apagado sino también desenchufado? Mi pesadilla se hacía realidad, los aparatejos cobraron vida y ya ni necesitaba estar conectados!

Ya me los estaba imaginando caminando amenazadores hacia mí, pero recordé ejercicios de yoga, respiré hondo e intenté recobrar la calma. Pensé en la ventilación, el ruido podía venir de ahí. Fui a la cocina a buscar una silla, me paré con un oído cerca de la rejilla de la ventilación, allá arriba en la pared cerca del techo como están, y sí, podía venir de ahí.

Busqué el número de teléfono donde llamar cuando algo se rompe. Llamé, habían cambiado de número. Llamé a ese otro número, después de una larga lista de distintos horarios me dieron otro número para llamar en fines de semana y noches. Llamé, me dijeron que como solamente suena en el dormitorio y no en el resto de la casa, no debe ser la ventilación y ellos por tanto no harían nada.

Me preguntaron si no tenía despertador que pudiera estar sonando, casi me ofendí pero respiré hondo nuevamente y les dije que sí tengo pero ni suena así ni tenía prendida la alarma. Propusieron que fuera a la casa de mis vecinos a ver si a ellos les pasaba lo mismo. Y si no les pasa? no se iban a poner muy contentos de que yo a esas horas de la mañana en domingo, fuera a tocar timbre. Quedamos que espero un rato, y a una hora más razonable, si sigue la alarma, voy a visitas vecinos, y si sigue el problema que llame de nuevo.

Y bueno, aquí estoy, haciendo tiempo y por enloquecerme con ese ruidito agudo taladrándome la cabeza. Posteo, apago la compu y huiré del cuarto.

domingo, 17 de enero de 2010

Sin nada que contar

No tengo nada que contar. No estuve haciendo nada ayer, solamente fui al supermercado, una ida más, no tenía nada en especial que comprar, simplemente lo de siempre. Fui por el camino largo para caminar un poco más ya que no tenía nada en que ocupar mi tiempo.

No hacía frío, sólo un par de grados bajo cero, ni guantes hacía falta ponerse. Gorra sí me puse, aunque no tanto porque hiciera falta sino porque cuido a mis ideas, no quiero que tomen frío. No es porque sean tan fantásticas, pero son mías y por tanto las quiero sin juzgarlas, no me fijo si son buenas o malas, igual siento cariño hacia ellas.

No soy como mi mamá que cuando vino de visita se negaba a usar gorra ni ponerse la capucha de su tapado, para no estropearse el peinado, a pesar de que hacían -31. Ni como el hombre que ví hace poco, un día de tormenta de nieve y mucho frío y ahí iba él caminando muy tranquilo sin nada sobre su cabeza, ni siquiera pelo.

Yo sé que ponerme gorra me achata el pelo, y al sacármela una parte del pelo queda pegado a la cabeza y otra parte queda parado. Entre elegir mantener el peinado y cuidar mis ideas, me quedo con las ideas, aunque más de una vez me hayan traído problemas, ya dije que no siempre, o muy rara vez, son brillantes, pero no por eso las voy a descuidar.

Después de todo también el pelo puede traer problemas, a las mujeres porque no sabemos como peinarlo, o porque no se queda como quisiéramos, o por que lo tenemos lacio cuando lo queremos ondulado, o lo tenemos ondulado cuando lo queremos lacio, o no tiene el color que quisiéramos, o qué sé yo, quien no tiene problemas con el pelo?

Los hombres también tienen sus problemas con el pelo, aunque algo diferentes a los nuestros. Ellos se preocupan más por la cantidad, que a muchos les va disminuyendo con el paso de los años, a algunos más que a otros. Y ellos a veces lo ven como un símbolo de masculinidad o qué sé yo como símbolo de qué, pero parecen competir por quien mantiene más pelos a pesar de la edad.

Así hacía uno con quien yo salía hace unos años, él estaba muy orgulloso de su frondosa cabellera y se pasaba comparando con otros hombres de su edad que ya lucían distintos grados de peladez.

Hacia el final de nuestra relación, cuando estaba en esa etapa en que sus defectos y actitudes ya no me resultaban simpáticas sino por el contrario me irritaban cada vez más, comenzó a salirme la Themis mala, aquella que de adolescente mis amigas llamaban Gracielita, semillita de maldad. No porque en aquellos años tuviera otro nombre, no, no era eso, siempre me llamé Themis, pero me decían así por un personaje de una serie que salía en un diario o revista.

Y bueno, cuando mi semillita de maldad empezó a dar frutos, cada vez que ese hombre hacía un comentario sobre el poco pelo que tuviera quien se cruzara en nuestro camino, yo le decía que es común que las mujeres encuentren muy sexys a los hombres pelados.

Ya que estaba en esas, hacía otras similares. Por ejemplo este hombre había leído algo sobre el arte de hablar y capturar la atención de los oyentes. Me contaba de la importancia de hacer pausas para despertar la curiosidad o el interés de quien escucha.

La teoría la conocía muy bien, su práctica dejaba bastante que desear. Las pausas no siempre las hacía en el mejor momento y sobre todo, las hacía demasiado largas. Ya se imaginan que al principio de nuestra relación yo respetaba esas pausas, pero al final no, por pura maldad, lo reconozco, era porque me molestaba simplemente, cuando él estaba contando algo y hacía una de sus pausas, yo me ponía a hablar de otra cosa, como si pensara que él ya había terminado su relato.

Como a Graciela, semillita de maldad, me gustaba leerla en el diario o revista, pero no me sentía nada cómoda cuando le daba por hacer acto de presencia en mi vida, pues corté la relación con ese hombre que tanto despertaba mi malicia.


Bueno, como les decía al principio, no tengo nada que contar, y para no tener nada que contar ya dije bastante.