Este blog es un derivado de mi primer blog, Mis manualidades, donde pongo fotos de mis manualidades (qué original), recetas y relatos sobre mi vida. Quizás, tal como las personas que comienzan con las operaciones plásticas y luego que empiezan a hacerle arreglitos a la naturaleza, no pueden parar de hacerse mejoras y terminan como caricaturas a sí mismas, me haya vuelto adicta a los blogs y ahora no pueda dejar de abrir uno tras otro ya que en realidad es el cuarto que abro.
Este blog será dedicado solamente a relatar sobre mi vida que es como la de todos, o casi. Mucho de lo que escriba aquí ya lo publique en mi otro blog y ahora lo trasladé.

Tengo el pelo gris pero puse una foto donde estoy con el pelo verde, lo hice así por dos cosas, una porque creo que así quedo cuando tengo que enfrentarme a los aparatejos modernos (léase: todo lo que se ha inventado luego de la rueda), me sacan canas verdes; y otra porque me gusta como queda y si pudiera me lo teñiría así.
Abajo del todo hay una ventanita donde pueden dejarme saludos, también pueden dejarme comentarios o saludos debajo de cada post (cliqueando donde dice Comentarios).

En el costado, más abajo de mi foto, está el archivo ordenado por temas, cliqueando ahí pueden ver los posts que publiqué antes, o pueden cliquear abajo del todo (antes de la ventanita de los mensajes) donde dice Entradas antiguas.


sábado, 11 de abril de 2009

Cartas y llamadas a la familia en Uruguay

Hoy es tan fácil comunicarse a través de la distancia. Cuesta creer que no hace tanto tiempo era difícil que fuera tan fluído y directo como es hoy con internet, skype, las tarjetas de teléfono y hasta que las llamadas pueden hacerse sin telefonista de por medio.

Recuerdo las cartas a la familia durante los primeros en Suecia. Las que enviaba y las que recibía. Demoraban días, o semanas, en llegar a destino, pero cuando llegaban qué alegría! Leerlas y escribirlas acortaba y aumentaba las distancias. Era como tenerlos al lado, escucharlos y hablarles. Y la distancia se hacía al mismo tiempo más notoria, era como tenerlos al lado pero que lejos estaban, tan fuera del alcance de un abrazo.

No puedo imaginarme lo que vivieron mis padres en aquellos años. Recién hoy, madre y abuela, hago conciencia de lo que habrán sufrido. Sí, antes pensaba que la distancia les dolería, pero creo que no llegaba a percibir cuanto.

Claro que en las cartas no se leían esas cosas, ni esas ni otras. Según las cartas vivíamos todos felices y comíamos perdices. Para qué voy a preocuparlos, si total no van a poder hacer nada, pensaba yo. Para qué vamos a preocuparla, si total no puede hacer nada, pensaban ellos. Una autocensura diez veces mayor que la que podría imponer una dictadura.

Si alguna vez me contábamos alguna pálida era porque ya había pasado un tiempo y recobrado el color. Como si la ausencia de tantas palabras pudiera cambiar la realidad, pudiera borrar las preocupaciones y su permanentemente presencia.

Yo leía sus cartas, constataba que todo estaba relativamente bien, y me preguntaba hasta cuando, qué podría pasar mañana o pasado. Estoy segura que ellos leían mis cartas y por más rosadas que las escribiera no conseguía aliviar sus preocupaciones de padres, ni el dolor de no poder ver crecer a los nietos.

Y las llamadas por teléfono! Se pedían a la telefonista, persona a persona se decía para que no tener que pagar el tiempo de espera mientras la persona llegaba hasta el teléfono. Había que calcular la diferencia de hora y el tiempo que demorarían. La demora podia ser, decían, de un par de horas, a veces tres o cuatro. Eran largas horas de pasarse cerca del teléfono esperando que sonara.

Y de pronto sonaba y era un amigo que no se había enterado que llamaríamos para allá, aunque generalmente eso se lo contábamos a todos ya unos días antes. O era un amigo a preguntar si ya habíamos podido hablar. La llamada a Uruguay era un gran acontecimiento del que muchos quedadan pendientes.

La llamada llegaba. Ya teníamos pensada cada palabra que diríamos. Había que decir lo más posible en el mínimo tiempo posible. Había que decir lo más posible pero sin decir nada, a no preocupar a nadie y a no olvidarse que los teléfonos podían estar intervenidos, podían escucharnos.

Se escuchaba una voz querida y ahora tan lejana y algo se rompía dentro nuestro. Lo que íbamos a decir quedaba perdido no sé dónde, pero rara vez estaba a mano. Y del otro lado también querían decir y preguntar y no nos daban oportunidad de abrir la boca.

Generalmente se escuchaba mal, se perdían palabras, se oían ecos, ruidos, interferencias, se cortaba, y roncos por el nudo en la garganta que nunca faltaba, decíamos: “no te oigo”, ”¿Qué dijiste?” , ”no se escucha”. Y ya le pasaban el tubo a otro, a quien también le decíamos: “no te oigo, ¿qué dijiste?, no se escucha”. A nuestro lado también alguien quería hablar y nos sacaba el teléfono justo que pensábamos decir algo en especial o nos estaban diciendo algo importante.

Tres minutos, el reloj siempre al lado, y cortábamos, aunque muchas veces nos pasábamos de esos tres minutos y así era la cuenta que nos llegaba después. Tres minutos que nos daban para días de comentarios. ¿Qué te dijeron?, ¿Qué te pareció? ¿Cómo los encontraste? Días y semanas que pasábamos analizando tres caóticos minutos en los que no escuchamos más que palabras sueltas humedecidas por las lágrimas. Buscando interpretar las palabras, las que se dijeron, las que no se dijeron, las entre renglones, las que se sospechaban claves, buscando posibles mensajes escondidos.

Y nos reuníamos con los amigos, todos querían participar en esa búsqueda, aunque ni siquiera habían estado en casa cuando llamamos, ni conocían a nuestra familia. Pero era un contacto directo que se había tenido con Uruguay y había que sacarle el jugo, hacerlo durar, compartirlo para que todos pudieran sentirse un poquito más cerca de los suyos.

Qué distinto es hoy, aunque algunos sentimientos no cambian.

4 comentarios:

  1. FELICITACIONES THEMIS¡¡¡¡¡¡después a EDITAR un libro,o ya lo tenés?miles y miles de felicitaciones,desde este lugarcito de AMERICA DEL SUR,Abrazos tere

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  2. Gracias por compartir tantos afectos, me emocionó mucho leer esto, quien más o quien menos, en el paisito hemos vivido con esas nostalgias.Me gusta tu forma de transmitir lo que muchos compartimos así que,nuevamente gracias y continua con esta saludable adicción blogera.Saludos desde el inicio del otoño en Uruguay, Silvia

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  3. que lindos recuerdos themis, yo tambien recuerdo algunas llamadas asi.. entre lagrimas que lo que pensabas decir se olvidaba, y nos pasabamos los dias comentando las llamadas, como para hacer perduran mas esos momentos, un besito¡¡

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  4. Ay Themis, me emocioné leyendo este post!!!
    Si sabré lo que es la distancia , lo que se sufre, lo que se añora, lo que perdemos..y ni hablar de pensar del dolor de mis padres de estar lejos mío y de su nietita.
    Uyyy!! que duro!!, voy a respirar hondo y seguir..la vida continúa y tenemos que hacerle frente.
    Un abrazo.

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