Este blog es un derivado de mi primer blog, Mis manualidades, donde pongo fotos de mis manualidades (qué original), recetas y relatos sobre mi vida. Quizás, tal como las personas que comienzan con las operaciones plásticas y luego que empiezan a hacerle arreglitos a la naturaleza, no pueden parar de hacerse mejoras y terminan como caricaturas a sí mismas, me haya vuelto adicta a los blogs y ahora no pueda dejar de abrir uno tras otro ya que en realidad es el cuarto que abro.
Este blog será dedicado solamente a relatar sobre mi vida que es como la de todos, o casi. Mucho de lo que escriba aquí ya lo publique en mi otro blog y ahora lo trasladé.

Tengo el pelo gris pero puse una foto donde estoy con el pelo verde, lo hice así por dos cosas, una porque creo que así quedo cuando tengo que enfrentarme a los aparatejos modernos (léase: todo lo que se ha inventado luego de la rueda), me sacan canas verdes; y otra porque me gusta como queda y si pudiera me lo teñiría así.
Abajo del todo hay una ventanita donde pueden dejarme saludos, también pueden dejarme comentarios o saludos debajo de cada post (cliqueando donde dice Comentarios).

En el costado, más abajo de mi foto, está el archivo ordenado por temas, cliqueando ahí pueden ver los posts que publiqué antes, o pueden cliquear abajo del todo (antes de la ventanita de los mensajes) donde dice Entradas antiguas.


sábado, 25 de abril de 2009

Puertas electrónicas.

Este texto lo escribí hace como un año y medio:

Ya les conté algunas dificultades que he tenido con las compus y máquinas de lavar. No crean que son los únicos aparatejos que me causan dolores de cabeza. Las puertas electrónicas, ah, no saben lo que son las puertas electrónicas cuando les da por
ignorarme.

No sé por qué pero me pasa dos por tres que cuando voy a entrar donde hay una puerta electrónica, esas que ven cuando una persona se acerca y se abren para darle paso, a mí me ignoran, miran para otro lado haciéndose las sotas. Y ahí yo casi me escracho contra la puerta.

Después de chocar contra la puerta comienzo una especie de danza que un par de veces hasta llegó a provocar lluvias pero en rara oportunidad consiguió abrir puertas.
Doy unos pasos hacia atrás y luego uno o dos al costado, camino nuevamente hacia la puerta que no se abre, unos pasos para atrás y hacia el otro costado, otra vez contra la puerta que sigue sin abrirse. No me han faltado ganas de también saltar agitando desesperadamente los brazos.

Y así estoy, danzando, pasos para atrás, pasos para los costados, pasos para adelante, hasta que aparece otra persona que mirándome con cara rara camina segura hacia la puerta y ésta se abre. Yo me apuro para entrar al lado de esa persona, antes que la puerta se cierre.

Una vez al intentar pasar por esas dos medias puertitas que hay para entrar al supermercado, para el otro lado de las cajas, quedé encerrada en el medio. Esas puertitas, que ni puertitas deberían llamarlas porque no son más que unas chapas de metal bastante menuditas, también acostumbran ignorarme.

Esa vez estaban ya abiertas cuando fui a entrar, pero antes de terminar de pasar las dos, se cerraron y yo quedé en el medio. No hubo manera de abrirlas nuevamente, yo daba un par de pasos para atrás, más no podía porque una de las puertitas me lo impedía, luego avanzaba pero la puertita no se abría. Ahí quedé yo con mi bailecito
y sin entender por qué tienen que poner dos puertitas, alcanzaría con una.

Tuve que llamarle la atención a una cajera que estando de espaldas no se había percatado de la situación en que yo me hallaba. Cuando me vió no pudo evitar largar una carcajada. Luego comenzó a darme instrucciones, pero esa danza ya había bailado yo sin resultado.

Estaba pensando cual sería la salida más decorosa, intentar saltar por arriba o pasar gateando por abajo, cuando apareció otro cliente y pude finalmente entrar y hacer las compras. Durante unos meses la cajera cada vez que me veía empezaba a reírse y me dijo que al verme se acordaba de aquel día.

Me han dicho que puede ser debido a mi altura, o escasez de ella, pero no compro ese argumento. Después de todo mido 1,56 sobre el nivel del mar, y las puertas se abren hasta para dejar entrar niños que están lejos de llegar al metro y medio. No, no es por eso, es que hay una confabulación de los aparatejos contra mí.

2 comentarios:

  1. jaja,como te digo siempre, tenes eso que me imagino lo que vas contando y a su ves es muy gracioso!!!me atrapan tus historias.besos!!!

    ResponderEliminar
  2. Sere la primera en comprar el libro que escribas contando estas cosas, por varias razones: una para mostrarle a mis hijas que hay otra persona en el mundo al que las malditas puertas ignoran, entre otras cosas y despues porque me rio de mi mientras te leo, me han pasado cosas similares con los aparatos exoticos modernos. Te dejo un beso!!!!

    ResponderEliminar