Este blog es un derivado de mi primer blog, Mis manualidades, donde pongo fotos de mis manualidades (qué original), recetas y relatos sobre mi vida. Quizás, tal como las personas que comienzan con las operaciones plásticas y luego que empiezan a hacerle arreglitos a la naturaleza, no pueden parar de hacerse mejoras y terminan como caricaturas a sí mismas, me haya vuelto adicta a los blogs y ahora no pueda dejar de abrir uno tras otro ya que en realidad es el cuarto que abro.
Este blog será dedicado solamente a relatar sobre mi vida que es como la de todos, o casi. Mucho de lo que escriba aquí ya lo publique en mi otro blog y ahora lo trasladé.

Tengo el pelo gris pero puse una foto donde estoy con el pelo verde, lo hice así por dos cosas, una porque creo que así quedo cuando tengo que enfrentarme a los aparatejos modernos (léase: todo lo que se ha inventado luego de la rueda), me sacan canas verdes; y otra porque me gusta como queda y si pudiera me lo teñiría así.
Abajo del todo hay una ventanita donde pueden dejarme saludos, también pueden dejarme comentarios o saludos debajo de cada post (cliqueando donde dice Comentarios).

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domingo, 24 de mayo de 2009

Cuando llegamos

Les voy a contar de los primeros tiempos en Suecia, llegamos, quien era mi compañero en esos momentos y yo, luego de algunas vueltas sobre las que no entraré en detalles. Nos llevaron a un lugar en las afueras de Estocolmo y muy cerca de la ciudad de Uppsala. Era una especie de hotelcito u hostería

Tenía un edificio con unos pocos cuartos pequeños, un corredor largo, un bañito, un baño algo más grande con una ducha y una especie de living o cuarto de mirar la tele que se compartía entre todos. Al lado había un restaurant o mesada o simplemente un comedor, ahí venían a almorzar quienes trabajaban cerca, los domingos también servían comidas más finas en el comedor fino, con manteles blancos y mejores muebles, y en ese comedor también hacían a veces almuerzos de entierros.

Eso no lo entendíamos muy bien, veíamos que a veces arreglaban esa parte fina del comedor y al mediodía venía un grupo grande de gente a almorzar, todos vestidos de negro o ropas oscuras y a pesar de que habían ido a un restaurant no se los veía muy contentos, nos llamaba mucho la atención, todavía no nos habíamos enterado de que aquí hacen así luego de los entierros.

Cuando llegamos a ese sitio nos atendió un sueco, como no teníamos idioma en común con señas nos dió información, por ejemplo señaló hacia la casona que era el restaurant o comedor, hizo el gesto bastante internacional de comer, nos mostró el reloj y sobre el reloj las horas en que se servía la comida.

Luego nos llevó a donde estaba la parte de vivienda y nos dejó en un cuarto. Mientras nos dió la información por señas, también había hablado en sueco, no habíamos entendido ni una sola palabra pero por lo que escuchamos no teníamos dudas de que el pobre hombre estaba en un ataque de asma.

Tiempo después, cuando entramos en contacto con más suecos, pudimos darnos cuenta que al decir algunas cosas aspiran al mismo tiempo que las dicen (y no como es común que se hable al expirar el aire), lo que da la sensación de que quien habla tiene problemas respiratorios.

Después que el hombre nos dejó, fuimos al living y ahí apareció otro hombre con pinta de no sueco, nos alegramos mucho de verlo, parecía latino y le hablamos en español. Él también se alegró muchísimo de vernos aunque se desilusionó un poco al escucharnos hablar español, era iraní.

Intentamos encontrar idioma en común, nos habló en inglés. Le dije que sabía muy poco inglés y algunas poquitas palabras en francés. Acto seguido empezó a hacernos preguntas en inglés, y yo a contestarlas en francés, con lo que lo dejé bastante desconcertado.

Como evidentemente era un hombre muy inteligente, u observador, o desperado por tener con quien comunicarse, muy rápido se dió cuenta que cosas yo sabía en inglés y cuales en francés y así empezó a hablar él también, mezclando los dos idiomas. Como nosotros también sentíamos mucha necesidad de comunicarnos, con esa mezcla idiomática más las señas para las que usábamos hasta las uñas de los pies y las orejas, pasábamos el día charlando.

A los pocos días apareció un muchachito de Etiopía, ya el iraní nos había contado de su existencia pero no venía casi nunca. Y a las pocas semanas llegaron una pareja de argentinos con una niña de ocho años, y a la semana siguiente una pareja de chilenos. Más tarde también una húngara y un hombre de Uganda.

Los horarios que teníamos eran de desayunar a partir de las nueve de la mañana. Almorzar a las doce. Merienda a las dos de la tarde. Cena a las cuatro de la tarde y después cerraban el comedor. Antes de cerrar nos daban unos termos con café y agua caliente por si queríamos tomar más tarde.

Entre comida y comida teníamos que salir a caminar, hacer ejercicio para que nos viniera hambre antes que nos sirvieran la próxima comida.
Luego comenzamos a ir a Uppsala a estudiar sueco. Desayunábamos antes de irnos a clase, almorzábamos cuando volvíamos pasadas las dos de la tarde y ya a las cuatro, cuando hacía poco más de una hora que habíamos terminado de almorzar, nos servían la cena.

Empezamos a saltearnos el almuerzo o la cena, pero después eran muchas horas sin comer. Empezamos a llevarnos pan y otras cositas del desayuno para tener algo que comer en la tardecita. Por suerte por aquellos años se usaban las carteras grandes y teníamos buen lugar donde esconder esos víveres.

A esa hostería a veces llegaban huéspedes suecos, suponíamos que serían vendedores que estaban ahí por cuestiones de trabajo. Fue uno de los primeros choques con la cultura sueca, ellos llegaban, iban a su cuarto, se sacaban la ropa y luego iban a sentarse al living, en calconzillos! Los primeros días las mujeres optamos por no ir a mirar la tele cuando estaban esos desconocidos en paños menores sentados ahí. De todos modos no perdíamos muchos, si igual no entendíamos nada de lo que decían en la tele. Después nos acostumbramos, dejamos de horrorizarnos y estando ellos o no, estuvieran vestidos o no, igual íbamos al living.

Y ya les seguiré contando de aquel encuentro con Suecia.

3 comentarios:

  1. me encantoo,segui contando!!me causo gracia lo del asma...yo soy asmatica...asi que hablan asi che??jaja,
    Bueno,espero mas historias tuyas eee!!

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  2. Que cultura tan distinta a la nuesta, ellos tan libre y nosotros tan pacatos jajaja! ¿el gobierno les facilitaba el alojamiento y la comida hasta que pudieran integrarse a la sociedad una vez aprendieran el idioma y demás requisitos para poder trabajar? porque en en algún blog leí, pero no sé si en Suiza o en que país el gobierno da a los emigrantes ayudas hasta que puedan integrarse, besitos tía Elsa.

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  3. Qué interesantes historias nos contás.....
    Asi que los suecos andan en calzoncillos ? es que no hay nada mas cómodo que andar en ropa interior...... si todo el mundo hiciera lo mismo no será nada para asombrarse, no? después de todo se ve mucho mas en la playa.
    Quedo ansiosa esperando mas relatos. Qué sensacional que les hayan recibido con tanta consideración, alojamiento,comida, educación..... muy adelantado por cierto. Aqui solo hay ese tipo de ayuda para un pequeñísimo grupo de asilados...el resto de los inmigrantes nos tenemos que arreglar sin ayuda de ningún tipo!!! Lo bien que nos hubiera venido una manito cuando llegamos.....
    Evidentemente es otra cultura y eran otras épocas también.
    BUeno, espero la continuación...
    cariños ,
    Matilde

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