Este blog es un derivado de mi primer blog, Mis manualidades, donde pongo fotos de mis manualidades (qué original), recetas y relatos sobre mi vida. Quizás, tal como las personas que comienzan con las operaciones plásticas y luego que empiezan a hacerle arreglitos a la naturaleza, no pueden parar de hacerse mejoras y terminan como caricaturas a sí mismas, me haya vuelto adicta a los blogs y ahora no pueda dejar de abrir uno tras otro ya que en realidad es el cuarto que abro.
Este blog será dedicado solamente a relatar sobre mi vida que es como la de todos, o casi. Mucho de lo que escriba aquí ya lo publique en mi otro blog y ahora lo trasladé.

Tengo el pelo gris pero puse una foto donde estoy con el pelo verde, lo hice así por dos cosas, una porque creo que así quedo cuando tengo que enfrentarme a los aparatejos modernos (léase: todo lo que se ha inventado luego de la rueda), me sacan canas verdes; y otra porque me gusta como queda y si pudiera me lo teñiría así.
Abajo del todo hay una ventanita donde pueden dejarme saludos, también pueden dejarme comentarios o saludos debajo de cada post (cliqueando donde dice Comentarios).

En el costado, más abajo de mi foto, está el archivo ordenado por temas, cliqueando ahí pueden ver los posts que publiqué antes, o pueden cliquear abajo del todo (antes de la ventanita de los mensajes) donde dice Entradas antiguas.


domingo, 31 de mayo de 2009

Esperando a mi primer hijo

Sigo con el idioma, sí estoy ensañada, es un milagro que todavía siga siendo una lengua viva y no le esté haciendo compañía al latín. Llevo ya muchos años haciendo añicos a este idioma, pero él siempre se levanta y sigue muy campante.

Como ya conté en otro momento, al poco tiempo de estar aquí quedé embarazada. Para ir al médico iba con traductora, pero tengo anemia y a veces tenían que internarme para darme transfusiones, no podían internar también a una traductora y yo quedaba librada a mis conocimientos de sueco o a mi suerte.

En esos tiempos eran salas grandes, con tres o cuatro pacientes en cada cuarto a veces más. Todas hablaban y hablaban y yo no entendía nada. Una que trabajaba ahí había estado en España y sabía algo de español.

Me lo dijo, en sueco, muy orgullosa. Yo ya me imaginaba charlando con ella, pero no sabía decir mucho más que "hola, dos cervezas por favor", lo que no daba para discusiones profundas. De todos modos siempre me alegraba ver que estaba ahí, por lo menos podía saludar en español a alguien y reconozco que ella intentaba comunicarse conmigo.

Cuando más lamentaba no dominar mejor el sueco era cuando llegaba la hora de elegir la comida. Junto con el desayuno nos dejaban una tarjetita donde decía las alternativas de comidas que había, se elegía haciendo una crucecita al lado de lo que se quería comer.

Por ejemplo se podía elegir entre carne de vaca o de cerdo, y si se la acompañaba con papas hervidas o al horno o puré o arroz, también las bebidas podían elegirse, pero no vino, ni tinto ni blanco. Y que tipo de pan se quería comer.

Como yo no tenía idea de lo que decía esa tarjetita, la llenaba como quien llena un cupón de lotería más o menos, ponía crucecitas por aqui y por allá, con la esperanza de ganarme la grande y que me trajeran algo rico de comer.

Como acostumbra suceder con las loterías, pocas veces ganaba. A las otras que estaban en la misma sala les llamaba la atención las combinaciones que hacía yo, les parecían muy raras, a mí también!

Pasaron los meses y cuando faltaban un par de semanas para que naciera mi hijo, me internaron. Un día vino la ronda de los médicos, sin traductora esa vez, me hablaron y hablaron, no entendí nada. Hicieron un esfuerzo de hablar con pocas palabras, estilo telegrama.

Entendí entonces que al día siguiente sería el parto, deduje que sería cesarea. Llamé a casa a avisar. Hablé con mi mamá que había llegado unos días antes. A mamá le sonó muy extraño, no había motivos para cesarea, a mí también me lo pareció.

Pero no quise preguntar, primero porque no sabía como preguntarlo y segundo porque si por casualidad consiguiera preguntarlo, sería seguro que no entendería la respuesta.

Cuando se dieron cuenta que yo esperaba que me hicieran cesarea se sentaron a explicar un poco mejor, trajeron a alguien que sabía algo de español. Así pude enterarme que mi doctora comenzaría sus vacaciones y quería que el parto fuera antes de irse. Aquí la thalasemia es una enfermedad tan poco común que ni siquiera la conocen todos los médicos, que una paciente con esa enfermedad fuera a tener un bebé ahí, era un gran acontecimiento y quien me había atendido en todo el embarazo no iba a perdérselo.

Entendí los motivos del adelanto del parto pero seguía sin entender como sería, me decían que cesarea no, pero tampoco sería natural, y yo no conocía términos medios. Suerte que mamá entendió de qué se trataba y me lo explicó, sería inducción.

Y suerte que al otro día tempranito ya estaba mamá en el hospital y se quedó conmigo todo el tiempo, si bien ella tampoco entendía lo que me decían, por lo menos tenía una idea de que era lo que hacían o irían a hacer.

Se ponía muy nerviosa porque ella se teñía el pelo de color rubio ceniza, color que le quedaba muy bien a su piel y a sus ojos, parecía su color natural, y siempre que estaba conmigo le hablaban a ella, se pensaban que era mi traductora!

En todos lados hacían lo mismo, le hablaban y ella me buscaba diciendome muy nerviosa, casi asustada: "Themis! me hablan!", no sé si se esperaba que yo los rezongara.

En aquellos tiempos se quedaban las madres con sus bebés una semana en la maternidad, siendo primerizas podían quedarse dos semanas. También ahí estaba en sala compartida con otras madres.

Me parecieron muy frías las madres suecas. Tenían a sus bebés consigo algunos ratitos, les daban pecho, los mudaban, los tenían un ratito y los llevaban a la sala donde estaban todos los bebitos.

Yo tenía a mi hijo siempre a mi lado durante el día. A veces venía una enfermera, se lo llevaba y al rato iba yo a buscarlo, me hablaban, no entendía, les sonreía y me llevaba a mi hijo para al lado de mi cama. A veces las otras madres miraban a mi hijo y me hablaban, también a ellas les sonreía aunque no sabía qué me habían dicho pero suponía que nada ofensivo.

Mucho después supe que no dejaban a los bebés todo el día con sus mamás. Seguramente era eso lo que me decían las enfermeras, luego las otras madres, y yo no entendía pero sinceramente me alegro de no haberlas entendido porque así pude tener a mi hijo todo el rato conmigo salvo en la noche. Alguna ventaja tuvo no saber el idioma.

8 comentarios:

  1. El mimisterio sueco de cultura debería ficharte. Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Hay negri, si supieras lo que me haces reir, me causo mucha gracia lo de la comida, el vino, jajaja.Me encanta todo lo que contas y como lo contas mejor dicho.Siempre que te leo me encuentro frente la compu riendome sola...parezco loca sonriendole a la pc!!!jajaja

    ResponderEliminar
  3. THEMIS, THEMIS¡¡¡HASTA EN LOS MOMENTOS MÁS TIERNOS, NO PIERDES EL ENCANTO DEL RELATO DE TUS EXPERIENCIAS, Y, NOS TIENES , CON EL INTERÉS ENCENDIDO, DEL ARGUMENTO MÁS INTERESANTE , ABRAZOS TERE

    ResponderEliminar
  4. Estar en un país extraño y no conocer el idioma debe ser muy frustrante y desesperante, a mi que me gusta hablar como sufriría jajaja! Esa costumbre que el bebé no este con su madre es propia de aquellos años, ahora por el contrario se busca el inmediato contacto de la mamá con el bebe recièn nacido, Themis seguiste tu instinto que siempre es sabio, besitos tìa Elsa.

    ResponderEliminar
  5. Jovencita y con tu primer bebe y sin entender el idioma, que historia mas conmovedora!
    Y como lo relatas tan lindo!!!!!
    Gracias Themis por compartir.
    Besos amiga,
    Dolly

    ResponderEliminar
  6. sin duda que fue mejor que no te entendiera, pues hoy dia lo mas recomendable es que los bebes esten con su mama desde el momentoen que nacen, que lindo tus reseñas de vida...sigue compartiendonos tus historias.. besitos

    ResponderEliminar
  7. Leyendo el post de arriba acabo de releer el título de éste por el rabillo del ojo y me ha recordado el famoso monólogo de un humorista de aquí: Gila. Contaba su vida y empezaba: Cuando yo nací, mi mamá no estaba en casa porque había salido a pedir perejil a una vecina...

    ResponderEliminar
  8. Themis, como siempre tan acertada, el no saber el idioma te favoreció en el tener a tu bebé con vos, realmente una campeona, lástima que no acertabas con la comida jajaja!!!. Pobre!!!.

    No quiero imaginarme lo que habrás penado con el idioma al principio, es que salir del castellano a esos idiomas con tantas diéresis, hasta para los turistas debe ser difícil pasear por esos lares.
    Cariños.

    ResponderEliminar